Poeta & Académico
...para mi literatura no es lo mismo que libro, y viceversa. La literatura existe sin libro, siempre ha existido sin libro. La literatura es oral, inicialmente. El libro es un fenómeno tecnológico, y esa tecnología es algo que se asienta muy tarde en la historia. De hecho, la misma palabra literatura viene de la piedra, del lithos, y en ese sentido los primeros libros serían los códigos, formas de comunicación que intentaban quedar en la piedra. Para mi el libro está después de la literatura, la literatura tiene múltiples formas de aparecer.
¿Como que la literatura no necesita tener alguien que la lea y el libro sí?
Soy muy militante de la tesis de Damian Tabarovsky, en Literatura de izquierda hay un ensayo que se llama Escribir sin público. Para mí eso es fundamental, yo creo en la autonomía de la literatura, y creo que eso permite que, a diferencia de las artes visuales, en la literatura uno puede escribir algo, morirse sin que nadie nunca antes lo lea, y ese texto cien años después puede tener un rendimiento importante. Entonces para mí el libro es una tecnología que se asocia a la literatura, pero que no necesariamente depende de eso.
Por ejemplo, la literatura mapuche es algo muy antiguo, más antiguo que el español, y yo creo que precisamente ha durado tanto tiempo por la íntima necesidad de que el sujeto exista como tal, y por otra parte, por la función de la comunicación dentro de la cultura. Imagínate un momento histórico donde no se valida la mentira, porque no puedes usar la mentira porque altera un sistema de comunicación sumamente específico... por otra parte, el libro no es sólo literario, y eso no los hace ni mejor ni peor. Es justo que hayan libros de todo tipo. Más que justo, necesario.
¿Qué piensas respecto a la idea de autor?
La originalidad, así como el autor, me parece que son demandas super capitalistas. La originalidad es un concepto súper capitalista que lo único que hace es ofrecer una nueva forma de consumir, o al menos eso es lo que yo entiendo. La idea de originalidad está muy cerca de la idea del genio, y la idea del genio a la idea del autor ¿Por qué lees a un autor? no lo lees porque creas que te va a aburrir, o creas que es malo. Todos queremos leer autores buenos.
Hay una entrevista que le hacen a Carlos Ossa sobre capitalismo cognitivo, de cómo el sistema se ha apropiado de los procesos. Hoy día ya no importa la obra sino el proceso, la idea de proyección, que es algo que está muy presente en la idea que entendemos de obra. Hoy día importa más el relato que hay detrás de la obra, que la obra misma. Una disolución del autor, me pregunto quién es el autor también. Hay un montón de contenido circulando hoy y que no tiene autor, y ahí emerge la pregunta de hacia dónde derivamos con esta figura que se ha disuelto.
¿Mantienes la práctica de firmar tus libros, ponerles tu nombre?
Sí. Para mí tiene que ver con la idea de hacerte cargo. Me ha tocado trabajar con editoriales, colaboro con una editorial en Barcelona donde publico poesía, y ahí la idea cambia completamente, porque una editorial lo que busca es armar catálogo, y al armar catálogo hay un posicionamiento político. Y al posicionarte políticamente no es lo mismo publicar a un autor que a otro.
Y este carácter instituyente que tiene el libro ¿el espacio digital también lo hace con una novela, o un poemario?
Yo creo que sí, porque finalmente tienes un_ usuari_ que se encuentra detrás del sistema productivo. Igual tienes que ir a una página, o a un perfil. En ese sentido siento que lo autoral no desaparece. Lo autoral en ese sentido es un poco más complejo. Me encantaría ser entusiasta y pensar que, por ejemplo, lo que pasó con el Museo a cielo abierto después del estallido en Santiago, o en Temuko, donde veías una vorágine, un palimpsesto de un montón de situaciones que no tienen, entre comillas, autor, porque un stencil lo podía hacer cualquier persona, se podía replicar, como que se lograba la disolución del autor. Pero creo que lo que se logra en términos estrictamente literarios o artísticos no es tan interesante.
Me encanta que se diluya la idea de obra personal, creo que ese debería ser el presente, porque al final la única forma de combatir el capitalismo es la comunidad. Comunidades más locales, más pequeñas, comunicarnos, dialogar, que haya un flujo, libre, sin que hayan sensores. Pero por otra parte siento que muchas veces eso está lleno un poco de ¿infantilismo? Siento que a veces hay mucho buenismo, mucho progresismo en ciertos contenidos.
———
…pienso en la música. En los años setenta todo el mundo soñaba con tener un estudio, grabar y todo eso. Hoy día lo puedes hacer desde casa, hoy día vivimos el sueño que hubiese pensado alguien de los setenta. La pregunta sería ¿se hace música mejor que en los setenta? Si hoy día es más fácil hacer música, ya no necesitas un Moog, sintetizadores análogos…
Llevado a la literatura, ahí yo veo que hoy día es mucho más fácil igual. No necesitas unos tipos móviles, o una tinta que es cara, con tipos que tienes que estar ojo por ojo moviéndolas y todo eso. Hoy día armas en Word, imprimirlo y ya está.
Una neutralidad quizás aparente, el cambio tecnológico genera varias cosas. Por ejemplo, su impacto en los procesos de creación…
Siento que lo uniforma. Pero ahí es donde están las posibilidades. Antes tenías la posibilidad de utilizar ¿cuántas baterías de tipos móviles? pocas, caras, tamaños, y además físicamente: llevarlo, acumularlo, cuidarlo, resguardarlo, era super complejo. Pero hoy día en un software puedes jugar con eso y tener una batería mucho más amplia. Yo creo que en ese sentido es más fácil hoy día producir libros, imprimir libros, es mucho más fácil que en los ochenta, todavía se usaba mimeógrafo. Soy bien poco romántico en cómo veo la tecnología, siento que hay que aprovecharla.
Creo que te obliga a tener ciertos resguardos críticos mayores. Tiene un impacto directo igual en la manera en que vivenciamos el tiempo. Claro que se percibe como una solución total hacer en media hora algo que en otro régimen tecnológico te llevaba una semana, a mi igual me gusta, yo también lo hago. Pero al mismo tiempo siento que eso tiene implicancias, quizás esta forma modifica mi tiempo para pensar, para revisar, para hacer con otras personas...
Si, quizás por la saturación. Creo que lo decía Alan Moore, esto de que desde cierta época toda la información se está duplicando muy rápidamente. Y yo creo que esto nos plantea más desafíos. Por ejemplo, antes una tesis doctoral podía tener que ver con cuántas veces T. S. Elliot en La tierra baldía ocupaba una palabra tal, o la vocal tanto. O yendo a libros, hay un famoso cuento de Georges Perec donde evita usar la letra e. Eso hoy con Ctrl+F lo solucionas en dos minutos. Ahora, eso te exige otros desafíos, mucho más altos, entonces si ya hoy día podemos solucionar ese aspecto técnico que antes era un desafío, nuestro horizonte debería estar mucho más lejos. Entonces el problema está en que todavía pensamos en términos del siglo XIX, en el sentido de lo que queremos lograr, y la tecnología y lo contemporáneo han pasado por sobre nosotr_s y nosotr_s no nos hemos actualizado a lo que esa tecnología nos permite, y ahí es dónde yo veo el problema.
Pensaba en esto de que si hacemos las cosas tan rápido ¿no estaremos instaurándonos como medida un tiempo medio funcionalizante? ¿ves algo en la lentitud? siento que quizás esta sea un rasgo habilitante para la ocurrencia de otras cosas...
Yo creo que tienes razón en eso. Lo pienso también en relación a la pintura, en artes visuales. Hay una estadística que dice que hoy día las personas cuando van a un museo tardan no sé cuantos segundos en ver un cuadro. Y que precisamente el ingreso del video, por ejemplo, como artes visuales, te exige tener una concentración por más tiempo. O sea, destinas más tiempo en ver un video que en ver un cuadro, cuando muchas veces un cuadro lo tardas mucho más en hacer que un video.
El libro te exige un tiempo distinto. Y el tiempo pensado también como lo que tardas en desentrañar lo que hay adentro. Igual se puede ir más lejos, como al audiolibro, que estás haciendo muchas cosas al mismo tiempo, es como un live. Puedes estar cocinando escuchando En busca del tiempo perdido de Proust en audiolibro. pero si vas con un libro a una discoteca, quizás no es el mejor lugar para leerlo, puede que haya gente a la que le funcione, yo no tengo problemas, me da lo mismo. Puede estar la cagada alrededor y podría estar leyendo, pero no soy tan especial, y creo que la gente es muy diversa. Creo que ahí hay un buen problema, esto de cómo el tiempo se suspende en la experiencia con el libro, como quiebra tu experiencia cotidiana...
Puede que tenga que ver con lo performativo. Siento que hay un agotamiento de los formatos, pasamos al mercado de la experiencia, la representación no es algo que se busque. Ya no compras un disco, ahora vas al festival de música. Esta idea de lo perceptivo, el fetichismo cultural de la copia única. Cada experiencia sensorial en vivo va a ser distinta a cualquier otra, por muchos motivos: por el lugar, el tiempo, el día, los estados de ánimo, una serie muy larga de condiciones. En cambio los discos, los libros, todo eso, son situaciones más estables, que por lo tanto tienen un agotamiento. La mayor parte de la gente no relee los libros. Yo no soy fetichista de los libros, que sean fotocopias, o no me ha preocupado que me los firmen, o tener copias antiguas. Pero entiendo también que como es un objeto que se agota, el fetiche va por la experiencia, cuantas entradas tiene. La gente hoy día acumula entradas, las pega, para declarar que se fue a tal concierto.
¿Cómo ves la relación de todo esto con el ocio? Durante mucho tiempo estuvo imbricado con el libro, hoy día no. Hoy día el ocio tiene más que ver con Netflix, YouTube, redes sociales y todo eso ¿quizás estamos modificando nuestra forma de leer, tal vez ya estamos leyendo más de manera audiovisual que textualmente? Un ocio mas fragmentado...
Hay varias cosas interesantes. Siento que para ciertas clases sociales leer es un estatus, tener ciertas lecturas es un estatus, leer a ciertos autores por sobre otros te da un estatus distinto. Pero por otro lado siempre estamos profitando de alguien que trabaja para la empresa privada, aunque pidas plata en la calle. Estamos ocupando el tiempo de otro, aunque no sea el tuyo, pero estás ocupando el tiempo de otro que está siendo productivo y que dentro de esa producción cabes tú, porque además tú estás siendo el destinatario de ese tiempo productivo.
El ocio en estricto rigor no debería tener objetivo, ninguno. Es como perder el tiempo por perder el tiempo. No se que tanto exista el ocio hoy día, porque siempre estamos consumiendo, siempre somos sujet_s consumidor_s. Netflix por ejemplo es como el paradigma del consumo hoy día, porque estás consumiendo un montón de cosas que te están metiendo, como cuando le das una pastilla a un perro para que se la coma: la pones dentro de un pedazo de carne y se la come igual.
Como decía Carlos Ossa, el hipervínculo es el nuevo botón rojo de la guerra fría. Somos espectador_s, somos consumidor_s a tiempo completo. Lo drástico de la situación es cómo ese ocio desaparece porque siempre está en función de algo. Lo que originalmente era la promesa de la libertad finalmente terminó siendo la jaula, el algoritmo es la jaula.
Los libros son a la memoria,
lo que la música es al sonido.
Diálogos y reflexiones en torno a la naturaleza ↔ tecnología del libro.